Casí todas las funciones usan argumentos. Podemos ver a una función como una caja cerrada cuya única entrada son los argumentos. Estos argumentos en ocasiones son obligatorios y en otras ocasiones se pueden omitir. Los argumentos se pueden alimentar a la función usando el nombre del argumento, o se pueden agregar por la posición que tienen al definirse la función.
Si damos de alta los argumentos sin considerar la posición, o en otras palabras en desorden, es necesario definir el nombre para cada argumento.
Usemos como ejemplo la media si tenemos estos 5 números:
c(4, 7, 3, 8, 2)
Si queremos obtener la media de estos, podemos usar la función mean(), alimentando como primer argumento el vector de números:
mean(x = c(4, 7, 3, 8, 2))
Donde x es el nombre para el argumento de los datos que recibe la función. Esto es lo mismo que:
mean(c(4, 7, 3, 8, 2))
Aquí omitimos el nombre porque sabemos que es el primer argumento que esta función recibe. Ahora con un vector similar pero que contiene NA lo que significa que ese vector no tiene ese valor:
mean(x = c(4, 7, 3, 8, 2, NA))
Nuestra función falla porque no puede calcular la media de una serie de valores donde un valor falta, por lo tanto tendremos que pasar un argumento nuevo a esta función que no es obligatorio pero que remueve los NA.
mean(x = c(4, 7, 3, 8, 2, NA), na.rm = TRUE)
Con este nuevo argumento la función nos devuelve nuevamente la media, ignorando el valor faltante. En este caso eliminar el nombre de cada argumento no sería el mismo caso ya que existe un argumento que es el segundo en vez de na.rm, trim:
mean(c(4, 7, 3, 8, 2, NA), TRUE)
Por lo tanto es importante recordar que si no se usan los nombres la posición del argumento es impresindible para la correcta ejecución de la función.